Escrito bajo estas notas.
Juntos hicimos una cabaña para escondernos.
¿O fue la cabaña la que nos hizo juntos?, no sé. Como sea, nos escondimos,
juntos aquel día y yo sólo al día siguiente. Te esperé allí bajo aquel techo de
ramas plagado de goteras, y sin quererlo, pasó el verano.
Luego un otoño llorando, un invierno leyendo,
una primavera riendo y sin querer... nos hicimos viejos para escondernos.
Desde entonces me cuesta conciliar el sueño,
y en mis ratos de insomnio te escribo, a veces rimando, otras desquiciando; siempre,
en mi particular pedacito de verano. Otros años vinieron y sus otoños secaron
mis ojos, sus inviernos llenaron mis sueños, sus primaveras adornaron mis
motivos y sin querer, te convertiste en olvido.
Ahora ya, ni los amigos
se dignan a hacer visitas, ni las visitas son amistosas. Y yo, que tengo una habitación
de alas, todas rotas, y he agujereado mi vida para recordar aquellas goteras de
nuestra cabaña, que tengo sólo brújulas que andan perdidas entre tan poco
magnetismo, mapas con tantos destinos que se quedaron sin camino y demás armas
capaces de arrebatar ilusiones al más iluso, estoy perdido. Con un sitio donde
dormir, si, pero ninguno donde soñar. “Ains” palos secos y un verano, quien iba
a decir que a eso olería la libertad.
Luego, nos hicimos
mayores, y hubo un tiempo en que a cada persona que me encontraba le prometía
que no llovería sobre nuestro techo, que confiara en mí, que le quería, que
pasaría mi vida junto a ella, que sería fiel. Colmé su piel de promesas,
regalos, celos, sexo, dinero, ruegos, palabras y demás baratijas. Dejé atrás la
timidez, el miedo, los nervios, los juegos, la emoción, y sin quererlo...
olvidé amar
Las olas del mar, la luz
del sol, la lluvia, el olor a tierra mojada, el cantar de los pájaros, las
ansias de libertad, las palabras y demás mundos... ¿por qué escribir a lo que
permanecerá cuando nos vayamos, a aquello que no somos?... yo te escribiré a ti, a las olas de tu pelo, a
la luz de tu sonrisa, a tus lágrimas, tu olor , al canto de tu voz, las ansias
de ti, a tu piel y demás motivos para vivir.
Más tarde, ya casi al
final:
Construimos solos los
muros de nuestro hogar. ¿O fueron los muros los que nos dejaron solos? no sé.
Cómo sea, nos dijeron que fuéramos fuertes, que trabajásemos, que tuviéramos hijos
y que de vez en cuando nos leyéramos un libro o hiciéramos deporte. Pero que
nada lo hiciéramos demasiado deprisa o demasiado fuerte. No fumes, no bebas y
no enloquezcas. Respeta las leyes. Piensa cada cosa que haces, atente a las
consecuencias, lábrate un futuro, sé tú mismo, ve a votar y llámalo opinar,
compra, sé solidario, ve a misa, o a la sinagoga, sea como sea, de vez en
cuando, arrodíllate. Piensa en dinero y confunde sueños con fortunas...
sabiduría con glorias, orgullo con honor... hazlo todo y sin quererlo... muere.
Y casi todos hicieron
caso. Casi todos murieron. Algunas siguen levantándose cada mañana y yendo a
por el pan, pero que no te engañen, murieron, y lo hicieron con levedad... sin
más... no lo hicieron por nadie... lo hicieron sin luchar. Sin alzar, no la
voz, sino su corazón.
Sinceramente, me da
igual. Sólo quiero que sepas que sigo aquí, esperándote, en nuestra cabaña, en
nuestro verano, bajo nuestro techo. Me he traído todas las arrugas que los años
me han dejado, pero a cambio tengo un montón de aventuras que contarte. Hace
frío y este último relato me está costando, perdona si cuando vengas sólo hay
una carta mal escrita, una armónica y una pulsera viajera. Sea como sea, que
sepas lo más importante... que esto último, lo hice queriendo.
Queriendo-te.
Genial que pongas el enlace para leerte y escucharte a la vez!
ResponderEliminarAhora solo falta que pongas aquí también los enlaces a youtube ^^
Sigue así y de todo corazón: felicidades! tienes un verdadero talento