lunes, 22 de octubre de 2012

MANIFIESTO DE UNA VIDA

 
Escrito bajo estas notas.


   Juntos hicimos una cabaña para escondernos. ¿O fue la cabaña la que nos hizo juntos?, no sé. Como sea, nos escondimos, juntos aquel día y yo sólo al día siguiente. Te esperé allí bajo aquel techo de ramas plagado de goteras, y sin quererlo, pasó el verano.
   Luego un otoño llorando, un invierno leyendo, una primavera riendo y sin querer... nos hicimos viejos para escondernos.
   Desde entonces me cuesta conciliar el sueño, y en mis ratos de insomnio te escribo, a veces rimando, otras desquiciando; siempre, en mi particular pedacito de verano. Otros años vinieron y sus otoños secaron mis ojos, sus inviernos llenaron mis sueños, sus primaveras adornaron mis motivos y sin querer, te convertiste en olvido.
  
   Ahora ya, ni los amigos se dignan a hacer visitas, ni las visitas son amistosas. Y yo, que tengo una habitación de alas, todas rotas, y he agujereado mi vida para recordar aquellas goteras de nuestra cabaña, que tengo sólo brújulas que andan perdidas entre tan poco magnetismo, mapas con tantos destinos que se quedaron sin camino y demás armas capaces de arrebatar ilusiones al más iluso, estoy perdido. Con un sitio donde dormir, si, pero ninguno donde soñar. “Ains” palos secos y un verano, quien iba a decir que a eso olería la libertad.

   Luego, nos hicimos mayores, y hubo un tiempo en que a cada persona que me encontraba le prometía que no llovería sobre nuestro techo, que confiara en mí, que le quería, que pasaría mi vida junto a ella, que sería fiel. Colmé su piel de promesas, regalos, celos, sexo, dinero, ruegos, palabras y demás baratijas. Dejé atrás la timidez, el miedo, los nervios, los juegos, la emoción, y sin quererlo... olvidé amar


   Las olas del mar, la luz del sol, la lluvia, el olor a tierra mojada, el cantar de los pájaros, las ansias de libertad, las palabras y demás mundos... ¿por qué escribir a lo que permanecerá cuando nos vayamos, a aquello que no somos?...  yo te escribiré a ti, a las olas de tu pelo, a la luz de tu sonrisa, a tus lágrimas, tu olor , al canto de tu voz, las ansias de ti, a tu piel y demás motivos para vivir.

   Más tarde, ya casi al final:
   Construimos solos los muros de nuestro hogar. ¿O fueron los muros los que nos dejaron solos? no sé. Cómo sea, nos dijeron que fuéramos fuertes, que trabajásemos, que tuviéramos hijos y que de vez en cuando nos leyéramos un libro o hiciéramos deporte. Pero que nada lo hiciéramos demasiado deprisa o demasiado fuerte. No fumes, no bebas y no enloquezcas. Respeta las leyes. Piensa cada cosa que haces, atente a las consecuencias, lábrate un futuro, sé tú mismo, ve a votar y llámalo opinar, compra, sé solidario, ve a misa, o a la sinagoga, sea como sea, de vez en cuando, arrodíllate. Piensa en dinero y confunde sueños con fortunas... sabiduría con glorias, orgullo con honor... hazlo todo y sin quererlo... muere.

   Y casi todos hicieron caso. Casi todos murieron. Algunas siguen levantándose cada mañana y yendo a por el pan, pero que no te engañen, murieron, y lo hicieron con levedad... sin más... no lo hicieron por nadie... lo hicieron sin luchar. Sin alzar, no la voz, sino su corazón.
Sinceramente, me da igual. Sólo quiero que sepas que sigo aquí, esperándote, en nuestra cabaña, en nuestro verano, bajo nuestro techo. Me he traído todas las arrugas que los años me han dejado, pero a cambio tengo un montón de aventuras que contarte. Hace frío y este último relato me está costando, perdona si cuando vengas sólo hay una carta mal escrita, una armónica y una pulsera viajera. Sea como sea, que sepas lo más importante... que esto último, lo hice queriendo.

Queriendo-te. 

1 comentario:

  1. Genial que pongas el enlace para leerte y escucharte a la vez!
    Ahora solo falta que pongas aquí también los enlaces a youtube ^^
    Sigue así y de todo corazón: felicidades! tienes un verdadero talento

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